lunes, 30 de junio de 2014

Las Verdades Recobradas


LAS VERDADES RECOBRADAS
DURANTE EL SIGLO DIECISÉIS
Desde el siglo dieciséis en adelante, Dios ha estado recobrando diferentes verdades. La era de la Reforma, que transcurrió durante el siglo dieciséis, fue una época de cambios monumentales en el campo religioso. Esto no quiere decir que antes de ese siglo no se hubiese recobrado nada, pues sí se recobraron algunas verdades; sin embargo, desde el siglo dieciséis en adelante hubo cambios notables. Podemos clasificar la historia a partir de la era de la Reforma en cuatro períodos: el primero, la era de la Reforma; el segundo, el período después de la Reforma, del siglo dieciséis al dieciocho; el tercero, el siglo diecinueve; y el cuarto, el siglo veinte.


Primeramente, examinemos la Reforma que Lutero suscitó. Cuando él fue levantado por Dios, vio la luz y propuso que el hombre se volviera a la verdad que está en la epístola a los Romanos. Actualmente, muchos consideran la obra de Lutero como un movimiento político; sin embargo, cuando leí sus escritos y su diario, me enteré de que sus motivos y metas eran correctos. En particular, lo más sobresaliente fue que él recobró la verdad de la justificación por la fe. Por supuesto, Dios no recobró todas las verdades por medio de él, pues aunque Lutero recobró la verdad de la justificación por la fe, no hizo cambios completos con respecto a la iglesia. Por ejemplo, él todavía aprobaba la iglesia estatal y estaba de acuerdo con que ésta fuera parte del estado. Puesto que él no recibió luz en cuanto a estos aspectos de la iglesia, al poco tiempo la denominación Luterana llegó a ser la religión estatal de Alemania. El propio Lutero dijo que la iglesia no debía ser controlada por el estado; no obstante, creía que los asuntos administrativos no pertenecían al Lugar Santo porque eran temporales y pertenecían al atrio. Por tanto, no resolvió esta cuestión de manera cabal. Dios permitió que la administración de la iglesia quedara sin resolverse durante el tiempo de Lutero, y aunque este asunto no fue recobrado, la verdad de la justificación por la fe sí lo fue. Dios desenterró esta verdad de entre las tradiciones, las opiniones y los credos, e hizo que fuese difundida y predicada una vez más. Cualquier persona que hubiera nacido en esa era, debía predicar esta verdad y exhortar a otros a seguirla; de lo contrario, no sería contado como fiel obrero de Dios en esa era

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